domingo, 8 de noviembre de 2009

Rememorando a Luispi: Juguetes de playa

Señoras y señores, yo tengo la prueba irrefutable de que Dios no existe. Porque un ser todopoderoso no puede permitirse una chapuza como el cubo, la pala y el rastrillo. El cubo. Da igual de qué lo llenes, de agua, de arena o de lo que quieras, el asa no dura ni quince segundos. De hecho no importa si no lo llenas, con solo el peso del aire el asa ya se parte. Por eso en las tiendas lo venden con una red, porque si coges el cubo con la pala y el rastrillo dentro te quedas con el asa en la mano. Y las palas. El verano es para descansar, ¿no? Y a los niños les damos una pala y un rastrillo y ¡ala, a cavar zanjas! ¡Sólo falta que les demos un botellín de Mahou!


Luego las colchonetas hinchables. Eso puede ser el fin de la humanidad. Un ser humano adulto, una colchoneta hinchable y una frase terrible: "Va, eso lo inflo yo". Empiezas con mucha ilusión... y la colchoneta ni se inmuta. Sigues... y según la colchoneta va cogiendo forma, tu vas perdiendo color. Sigues... y cuando ya casi está, pierdes el conocimiento y el aire que habías metido se vuelve a meter dentro de ti (hay casos reales de gente que ha explotado), y nada, tu no puedes evitarlo, vas metiendo más y más aire, y lo único que puedes hacer es meter la lengua en el pitorro. Y se acerca uno y te pregunta: "¿Estás bien?" Y tú "Ez pada indendad no gojed aide".


Sin embargo, las colchonetas inchables tienen una tecnología muy avanzada. Las hay con forma de huevo frito, con forma de mano, con forma de cocodrilo y con forma de todo. Hasta hay alguna con forma de teléfono móvil. Que se meten los niños en el agua y las madres "¡No os vayáis muy a lo hondo! ¡Que no hay cobertura!". Sin embargo todavía no han encontrado la manera de quitar ese borde cortante que tienen las colchonetas alrededor, que abrazas la colchoneta y te siega los brazos. Es un peligro. Estás nadando en alta mar, te corta los brazos, se te van al fondo, ¿y cómo vuelves? Es que yo me indigno, no es tan difícil, es una costura. Eso lo hace mi madre con los calcetines, luego se le da la vuelta, y ya está. Para mi que los hace el mismo señor que hace los flashes, estos helados que se congelan, se muerde para poder abrirlo, te rajan la comisura de la boca... y bueno.


También hay objetos muy chulos, que parecen ser juguetes playeros, pero no lo son. ¿Ejemplo? Está muy claro: el balón de Nivea. Seamos sinceros, ¿quién no ha tenido un balón de Nivea? Lo que ocurre es que solo vale para una patada. Lo mandas a tomar por culo, y mientras lloras por la desesperada pérdida de tu juguete, traes la alegría a otra familia que lo encuentra. Lo máximo habrá cinco o seis, ¡lo que pasa es que van de familia en familia!

Por último llegamos a las palas, un juego playero que es para que jueguen CHICOS con CHICAS. Porque si juegan CHICOS con CHICOS suena así: "¡Pom! ¡Pum! ¡Pom! ¡Pum! ¡Pom! ¡Pum! ¡Huy, mierda, la perdí!" Y si juegan CHICAS con CHICAS: "¡Uno, dos, tres! ¡Tres, un nuevo récooooord!" Lógicamente para jugar a las palas se necesita una pelota, la cuál tiene muy mala fama de perderse cada seis (dos por tres). Lo primero que debes de hacer en esos casos es buscar donde debería estar, en el último lugar donde la dejaste, preguntar si la han visto por ahí... y si no da resultado, como último y exclusivo recurso, podrías pedir consejo a ese ser todo poderoso que habita en tu casa: Tu madre. Por eso hoy les voy a definir, queridos espectadores, las tres típicas respuestas de madre:

-Mamá, ¿dónde está la pelota?
(PRIMERA RESPUESTA DE MADRE)
"En su sitio"

Bueno, tú vuelves al sitio y miras en el cajón, que es una mierdecilla tan enana en la que prácticamente no cabe la pelota. Y no está. Vuelta al sillón de tu madre.

-Mamá, no está.
(SEGUNDA RESPUESTA DE MADRE)
"¿Pero has mirado bien?"

Ya estás algo acongojadillo, pero vuelves una última vez como un niño obediente. Lógicamente no está. Y ya vas a dónde tu madre otra vez, como con miedo.

-Mamá, que..eeeh, ..e...
(ÚLTIMA RESPUESTA DE MADRE, LETAL Y DEFINITIVA)
-¡¿Qué pasa, que voy a tener que ir yo?!
Y la pelota se acojona, y aparece: ¡Plop!

Por eso, señoras y señores, yo les digo que Dios no existe. ¡Son los padres!